Según la tradición, el apóstol Santiago predicó en España y fue decapitado en Palestina en el año 42. Su cuerpo fue trasladado hasta Galicia y sepultado en la zona donde hoy se encuentra la ciudad de Santiago de Compostela.
En el año 813 se produce el hallazgo del cuerpo en un lugar iluminado por unos misteriosos resplandores
A partir de ese momento, el sepulcro se convierte en centro de peregrinación de todo el continente europeo. En el lugar se levantó una modesta basílica y, posteriormente, la Catedral de Santiago, santuario de culto y peregrinación para la cristiandad.
En el año 950 llega a Santiago de Compostela el obispo francés Godescalco de Puy, primer peregrino del que hay constancia histórica.
Comienza así la consolidación del Camino de Santiago: Se levantan puentes y se construyen albergues, hospitales, abadías y monasterios para atender las necesidades de los peregrinos.
En 1588, por temor a un ataque de los piratas ingleses contra la tumba del apóstol, el arzobispo Clemente esconde el sepulcro, que estaría perdido durante tres siglos.
Tras la reaparición de los restos del apóstol en el siglo XIX se produce el renacimiento del Camino de Santiago.
A partir de la segunda mitad del siglo XX la Ruta Jacobea conoce su segunda edad dorada debido a una mezcla de motivos religiosos, culturales, artísticos, turísticos e incluso deportivos.