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Al día siguiente acudieron armados todos los de ambas partes al campo de batalla para pelear con la consabida condición de las dos religiones. Y el ejército de Carlomagno constaba de ciento treinta y cuatro mil hombres, y el de Aigolando de cien mil. Los cristianos formaron cuatro líneas y los sarracenos cinco; la primera de las cuales, que acudió al combate en primer término, fue vencida enseguida. Después avanzó el segundo escuadrón de sarracenos, y al punto fue vencido. Luego que vieron los sarracenos su derrota, se reunieron todos juntos y Aigolando se colocó en medio de ellos. Y al ver esto los cristianos, los rodearon por todas partes. Por una los cercó Arnaldo de Belanda con su ejército, por otra el conde Estulto con el suyo, por otra Arestiano con el suyo, por otra el rey Gandelbodo con el suyo, por otra el rey Oiger con el suyo, por otra el rey Constantino con el suyo y por otra Carlomagno con sus innumerables ejércitos. Entonces Arnaldo de Belanda se arrojó el primero con su ejército sobre ellos, y mató y derribó a todos a diestra y siniestra hasta llegar junto a Aigolando que estaba en medio, y briosamente lo mató con su propia espada. Inmediatamente se produjo un gran clamor de todos, y por todas partes se lanzaron los cristianos sobre los sarracenos y los mataron a todos salvo el rey de Sevilla y Almanzor de Córdoba. Estos, con unos pocos escuadrones de sarracenos, huyeron. Tanta efusión de sangre hubo aquel día, que los vencedores nadaban en sangre hasta las monturas. Todos los sarracenos que se encontraron en la ciudad fueron muertos.
He aquí que Carlomagno luchó contra Aigolando en defensa de la fe cristiana, y lo mató. Por lo cual se demuestra que la religión cristiana aventaja por su bondad a todos los ritos y religiones de todo el mundo. A todo sobrepasa y se eleva sobre los ángeles. Oh cristiano, si guardas bien en tu corazón y cumples con tus obras exactamente en cuanto te sea posible, serás ensalzado sobre los ángeles con tu cabeza, Jesucristo, de quien eres un miembro. Si quieres subir, cree firmemente, pues todo es posible para el que cree, dice el Señor.
Entonces Carlomagno, tras reagrupar sus ejércitos, se alegró de tan gran triunfo y llegó hasta Puente Arga, en el camino de Santiago, y allí acampó.