|
||
Anterior | Libro Segundo |
En el año mil ciento de la encarnación del Señor se cuenta que cierto ciudadano barcelonés vino en peregrinación a la basílica de Santiago en tierra de Galicia. Y habiendo pedido solamente al Apóstol que le librase del cautiverio de sus enemigos, si por azar cayese en él, una vez vuelto a su casa marchó a Sicilia por causa de negocios y fue apresado en el mar por sarracenos. ¿ Qué más? Por ferias y mercados fue vendido y comprado trece veces. Pero los que le compraban no podían tenerle sujeto, porque Santiago le rompía las cadenas y ligaduras. La primera vez fue vendido en Corociana, la segunda en la ciudad de Iazera en Eslavonia, la tercera en Blasia, la cuarta en Turcoplia, la quinta en Persia, la sexta en la India, la séptima en Etiopía, la octava en Alejandría, la novena en Africa, la décima en Berbería, la undécima en Bizerta, la duodécima en Bugía, la décima tercera en la ciudad de Almería (1), donde habiendo sido atado fuertemente por un sarraceno con dos cadenas alrededor de las piernas, al implorar el auxilio de Santiago a voces se le apareció él mismo diciendo: - Porque cuando en mi basílica solamente me pediste la liberación de tu cuerpo y no la salvación de tu alma, has caído en estos peligros. Pero como el Señor se ha apiadado de ti, me ha enviado para sacarte de estas prisiones.
Quebrantadas al instante por medio las cadenas, el santo Apóstol desapareció de sus ojos. Y luego aquel hombre, liberado del cautiverio, emprendió el regreso a tierra de cristianos por las ciudades y castillos de los sarracenos abiertamente y a la vista de ellos, llevando en sus manos un trozo de cadena en testimonio de tan excelso milagro. Y cuando algún infiel la salía al encuentro e intentaba aprisionarle, le mostraba el trozo de cadena y el enemigo huía al momento. También quisieron devorarle al atravesar campos desiertos manadas de leones, osos, leopardos y dragones, mas vista la cadena que había tocado el Apóstol se alejaban de él. A este hombre cuando venía de nuevo al santuario de Santiago portando en sus manos la cadena y con los pies desnudos y desollados le encontré yo mismo por cierto entre Estella y Logroño y me contó todas estas cosas. En este ejemplo deben, pues, comprenderse los que piden al Señor y a sus santos o mujer o felicidad terrena u honores o riqueza o la muerte de enemigos u otras cosas parecidas a éstas, que sólo tocan al provecho del cuerpo, y no la salvación del alma. Si puede pedirse lo necesario para el cuerpo, debe pedirse más la vida del alma o sean las virtudes como la fe, esperanza, caridad, castidad, paciencia, templanza, hospitalidad, largueza, humildad, obediencia, paz, perseverancia y otras semejantes, para que con ellas sea el alma coronada en las moradas siderales. Lo cual se digne concedernos Aquel cuyo reino e imperio perdura sin fin por los siglos de los siglos. Así sea.