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Después de transcurrido mucho tiempo y cuando ya en el nuestro el glorioso Santiago por sus muchos milagros resplandecía por todo el orbe en todas direcciones, aconteció que entre los condes de Fuente Calcaria (1) y un caballero vasallo suyo llamado Guillermo se suscitó una fuerte contienda. Habiendo salido éste a caballo decididamente a pelear contra el conde, ambos con sus soldados se encontraron y trabaron combate. Pero fallando la tropa del caballero, volvió la espada y hecho prisionero él mismo fue llevado a la presencia del conde. Y como mandase el conde que le degollaran, clamó en alta voz el caballero: - Santiago, ayúdame y líbrame de la espada del verdugo. Y tres veces soportó el golpe en el cuello inclinado, alzando hacia el cielo las manos sin que en él apareciese herida alguna.

Viendo, pues, el verdugo que no podía herirle con el filo de la espada, dirigióle la punta contra el vientre para atravesarle. Pero Santiago la embotó de tal manera que ni aún sintió el choque de ella. Admirado el conde de estas cosas con todos los que le acompañaban, mandó que le cerrasen atado en un castillo. Mas al amanecer del día siguiente, invocó a Santiago entre sus gemidos y he aquí que el propio Apóstol poniéndose ante él le dijo: - Heme aquí a quien llamaste. La casa entonces se llenó de aroma y luz clarísima, tanto que todos los soldados y demás que allí estaban se creyeron instalados en la amenidad del paraíso. Y en medio de tan resplandor, precediéndole Santiago y llevándole de la mano, en presencia de todos y habiendo quedado los guardias como ciegos, llegó el caballero hasta la puerta trasera del castillo y, abierta ésta, continuaron juntos hasta una milla fuera de las murallas. Así ocurrió que este caballero, encendido al punto en amor a Santiago, vino a visitar su cuerpo e iglesia el día de su Traslación y contó exactamente todo como lo hemos dicho. Esto fue realizado por el Señor y es admirable a nuestro ver. Sea, pues para el supremo Rey el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Así sea.

(1)

En latín Fontis Clacariae que se traduce dejando el adjetivo en su forma textual en vez de hacerlo "Calcárea". Se trata del conde Forcalquier en la Alta Provenza (departamento de los Bajos Alpes) y seguramente del heredero de Alix de Provenza, hija de Guillermo el Liberador, casada con un segundón de la casa de Barcelona, y el hecho que sirve de base a la narración se pone entre 1100 y 1110. Mas como otras formas latinas medievales de Forcalquier que hemos visto (Forum Calcarium y Forcalquerium) sirven mejor para explicar la actual que se supone que Fontis Calcariae es una latinización falsa o errónea. La verdadera etimología parece ser Furnos Calcarius "hornode cal" según Gröhler, Französ.