Salve, día venerable por el triunfo de Santiago,
Cuando subió a los cielos y Dios le dio buen pago. Salve, día...
A la primera llamada de Cristo, su barca y red
Y a su padre pospuso Santiago por la fe. Salve...
Dejó todo y sólo quiso al divino amor servir,
Ya no temía oprobios ni males ni morir.
Enseñó aquí a los gentiles y a los judíos allá,
Sembró la fe en el mundo, que frutos a Dios da.
Quería que sólo a Cristo sirviera el género humano,
Indignado del culto de tanto ídolo vano.
No le faltaban razones impugnando la herejía,
Reprendía a los malos y a los buenos servía.
Cuando así fructificaba a espada Herodes le hiere
Y tras la vida goza de otra en que nunca muere.
Es el apóstol primero de la vida aquí privado
Y allí por tales méritos con la corona honrado.
Por vengar su muerte un ángel a Herodes muerte
le dio,
Quien por tan grande crimen su pena recibió.
Y pesa sobre su alma mísera un amargo fin
Como antes fue su cuerpo de gusanos festín.
Vengando e l Señor la pena de tan inocente amigo,
Fue castigado Herodes con un doble castigo.
Mas Santiago goza libre de las carnales prisiones
Y le celebra el mundo en todas las regiones.
De la majestad divina pudo contemplar la luz
Sobre el monte Tabor en toda plenitud.
Santiago a Cristo
su izquierda pidió y Juan el otro lado;
Pero Cristo la diestra a los dos les ha dado.
Es el honor de la tierra que el mar último rodea:
Esta tierra es Galicia que el Océano otea.
Que se goza en ser de todas las naciones atracción,
Honrada por los méritos de tan santo varón.
El que cura enfermedades y humanas culpas también,
Y a nosotros nos valga. Cantor, asiente. Amén.